Recibimos cientos de pedidos, pero hay algunos que nos marcan el corazón. Como el de Laura, que vive en Tierra del Fuego y nos pidió una caja con alfajores salteños: “Extraño a mi abuela, y estos alfajores me la recuerdan”. O el de Julián, en Buenos Aires, que nos dijo: “Una vez viajé a Mendoza y probé unos alfajores increíbles. Pensé que no los iba a conseguir nunca más… hasta que los encontré en Almacén Alfajor”.
Porque a veces, un alfajor no es solo un alfajor. Es un puente con nuestra tierra. Un abrazo desde lejos. Un viaje en un bocado.
En Almacén Alfajor creemos que cada caja que enviamos lleva más que productos: lleva memoria, emoción y pertenencia.